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Crónica del ICAN de Gandía (Patxi)

  • triatlonxteam
  • 6 oct 2014
  • 6 Min. de lectura

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En primer lugar y para empezar quiero y voy a comentar un poco sobre esta prueba mítica que está muy de moda y en la que parece que mucha gente sin tener una base previa se lanza a hacerla sin pensar en lo que puede conllevarle a corto o medio plazo.

Quizás no soy el más indicado para poder opinar sobre el tema pero es mejor sembrar dudas que lanzarse al vacío sin paracaídas.

Ante una prueba de estas características, y ante todas aquellas que exijan una determinada cantidad de horas y tiempo para terminarla, no hay que tener miedo sino un gran respeto. Es preciso pensar las horas que le podemos dedicar y si vamos a ser más o menos constantes, puesto que la constancia es la clave para acabarla y disfrutarla. Cada cual se fija sus objetivos y expectativas y éstos deben ser siempre acordes a su condición física.

Una prueba ironman siempre despierta multitud de opiniones encontradas. Para los que aman el triatlón esta es la distancia mítica, la prueba por excelencia dentro del triatlón de la larga distancia. Una prueba q te exige el cien por ciento de tu fuerza mental y física. A todos aquellos que empiezan o no en el deporte de las transiciones, realizar un ironman es su sueño. Un sueño que les nutre y les da fuerzas a la hora de sacar horas para poder entrenar.

Un sueño que comienza cuando uno se ve los vídeos del youtube y sueña con estar ahí cruzando la menta. La meta que todos soñamos cruzar.

Después de este breve inciso voy a comenzar mi crónica del ICAN Gandía, una prueba de distancia ironman. La cuento no por vanidad sino para futuros finishers que puedan hacerse una idea de lo que se puedan encontrar durante la prueba. A mí siempre me ha ayudado leer las crónicas de otros triatletas.

Uno pocas veces llega en las condiciones óptimas para competir al máximo de sus posibilidades y éste era mi caso. Durante los últimos meses había ido cogiendo ritmillo pero no encontraba ni la forma ni las sensaciones que otras veces. Aunque no tenía apenas motivación al principio de la temporada poco a poco la fui encontrándola al ir quedando en muchas salidas con los compañeros del club. Antes de que terminara el verano vi la oportunidad de poder hacer esta distancia cerca de mi casa y sin otra logística que coger el coche y desplazarte hacia allí. Decidí planteármelo después de agosto según me encontrara.

Me testeé en el medio de finales de verano y comprobé que era posible intentar una vez más cruzar esa meta, y no ya sólo por condición física sino por condición mental, puesto que cuando tu mente te dice hasta aquí ya puedes tener la mejor forma del mundo que tu cuerpo no tira.

Así que volví a hacer la locura. Me inscribí. Bendita locura.

El día de antes se deja la bici en boxes como siempre, pero se me hace un poco raro el que no haya todo ese trajín de por medio que hace que no pares de aquí para allá en todo el día.

Una vez todo dispuesto regreso a casa, a cenar y a dormir un poco para que las fuerzas no se resientan al día siguiente.

4:15 am. Suena el despertador. Desayuno y preparo las pocas cosas antes de salir hacia Gandía.

6:25 am. Preparo la bici, dejo en las bolsas de run y bike todo lo necesario y salgo de boxes con casi todo preparado a falta de embutirme en el neopreno. Entrego la bolsa de street en la carpa habilitada para ello, que después no sabría dónde está y sino que se lo pregunten a Jop, jajajaja.

7:05 am. Coincido con Marcos, un hermano de un amigo, junto con sus compañeros. Mientras vamos andando hacia la salida en la playa me comentan que es su primer distancia ironman y que se lo van a tomar con tranquilidad. Los veo tranquilos y seguros de afrontar el reto.

7:20 am. Apenas se ven las boyas de señalización en el mar por lo que el sector de natación lo veo un tanto complicado. Máxime cuando estemos todos en el mar.

Nado un poco, pruebo el agua, cojo referencias, pero las boyas apenas se distinguen. Sólo la del giro del primer tramo a la derecha a unos 1200 m. es visible más o menos bien.

7:45 am. Dan la salida. Se ha retrasado un poco. Antes han salido los pro femenino y masculino. Me tomo la salida con tranquilidad y sin ansiarme en estos primeros metros por los agarrones, palos y demás que se suelen suceder al principio. Me ajusto las gafas un poco más porque me entra agua después de nadar unos metros. Llego a la boya de giro con dos o tres nadadores que vamos al mismo ritmo pero los pierdo al girar e intento guiarme por mis referencias y sin despistarme ni dejarme llevar al huerto como muchas veces pasa. Al cabo de un rato veo que tengo a un par de triatletas, uno detrás de otro, y me pongo a la cola con ellos. Así voy tirando con ellos, unas veces más a la derecha otras más a la izquierda pero siguiendo una línea recta hasta la boya. Vuelvo a girar con ellos y entramos en la dársena del puerto, la parte final del sector de natación. Aquí noto que las gafas nuevas, que me las he apretado un poco porque me entraba agua, me están agobiando bastante y me hacen daño en los ojos. Intento colocarlas un poco mejor y que no me agobien. La parte final es un suplicio por este motivo. Los dos nadadores ya los tengo a veinte metros pero trato seguirlos como pueda. Sólo me quedan quince minutos de sufrimiento con las gafas.

Lucho por nadar bien y no perder la referencia que tengo. Lo logro. Llego, por fin, a la zona de transición. Lo primero que hago es quitarme las gafas y no las tiro a pernambuco porque después me voy a tener que comprar otras que sino...

Transición un poco lenta, la aglomeración de gente en el mismo sitio hace que sea todo un poco más lento. Cuando cojo todo lo necesario, salgo a por la bici y empiezo el sector de ciclismo. Primeros dos kilómetros por el paseo adoquinado de la playa es un infierno. El no perder ningún bidón de líquido por el camino es la máxima prioridad en esos momentos.

Pasados estos kilómetros de traqueteo cual ferrocarril provincial, se llega a una carretera totalmente asfaltada e idónea para rodar en bici. En esta primera ida trato de ir cogiendo un poco de ritmo y de ir reconociendo el circuito. La ida se hace más pesada que la vuelta. El tramo de Cullera hasta el giro se hace bastante pestosa por el viento. Sopla lateral de un poquitín de cara por lo que la ida siempre resulta un poco más dura. Aunque la vuelta no la haces con viento a favor sino más bien lateral se agradece el que no te dé en la cara de frente. Ruedo mas o menos cómodo, sintiéndome muy a gusto durante todo el recorrido y muy motivado por los ánimos de varios compañeros del club. En cada vuelta esperaba verlos para coger las fuerzas que me transmitían. Segmento de bici totalmente limpio respetando distancias aunque algunos apurando demasiado según iba viendo al cruzarme con ellos.

Estaban jugando al límite y en puestos bastante delanteros. Los jueces, por lo que vi yo, ejercían su autoridad sin más problemas.

Antes de la entrada a boxes vuelvo a pasar por el infierno del paseo adoquinado con la única esperanza de llegar entero.

Transición rápida para acometer el último sector del ironman: el maratón.

Ya desde el inicio noto los ánimos de los amigos que se han acercado expresamente a vivir el evento. No sabéis lo que os lo agradezco. ¡¡Gracias!! Me pongo un ritmillo controlado y sin ninguna expectativa, aunque sabía que podía hacer una buena marca si no desfallecía en algún momento. Por cada vuelta que daba, mis fuerzas se renovaban por los ánimos de los amigos. El último giro a meta lo hice a buen ritmo, me notaba todavía con mucha fuerza y no quería ser más conservador. Ya entraba a meta sí o sí. La entrada es sencillamente espectacular, inmensa e inolvidable!!!!

Y colorín, colorado este cuento se ha acabado. Ahora sólo os queda probar vosotros, ¿os atrevéis?

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